miércoles, 17 de abril de 2013

Catalanofonia o disfrazar los discursos.


Llevo escuchadas no menos de un millón de ocasiones que los pueblos son libres de decidir su autonomía, que debemos respetar la libertad de cada región a decidir si quiere ser independiente o no, y dicho así suena, a oídos de un demócrata, muy evidente y agradable.

No obstante no he escuchado a pueblo alguno proclamar su palabra de ese modo que llaman libre, su palabra ha ido escondida tras la de los líderes, poderosos o aspirantes a ellos, que tirando de un sutil sentimiento identitario lo ha derramado en contra del diferente, en la mayoría de las ocasiones de algún modo agresivo. La identidad es tan vieja como el sentimiento de lo propio, de la identificación del diferente.  El antropocentrísmo,el  etnocentrísmo o los  nacionalismos son muestras claras de la visión unidireccional que los seres humanos hemos tenido.

La religión, las ideas políticas, las identidades culturales o el lenguaje, han sido causa del horror en su dimensión mayor, la guerra.

Cuando Mel Domínguez hace el video en youtube (La catalanofobia. a mi que me hablen en español
http://ow.ly/k6S4G) olvida lo más importante de todo, la libertad no una cuestión individual sino colectiva.

Cuando hablamos de la libertad de un pueblo, parece bello sólo imaginarlo, pero resulta contradictorio si echamos un vistazo a la historia, y es que no hace tanto tiempo, el nacismo proclamaba la libertad del pueblo alemán alegando motivos étnicos y religiosos, que según su líder viciaba el espíritu de superación. En Roma o en Grecia se hablaba de los hombres libres, y del imperio libre de bárbaros. El cristiano es un hombre libre de espíritu y por ello no dudo de hacer cruzadas durante siglos.

Pero tal vez antes de identificar las diferencias, antes de catalogarnos como catalanes, musulmanes, negros, ateos, heterosexuales, grandes o pobres, debemos entender que somos humanos y no libres. Pues sin la tolerancia, el respeto, la búsqueda de la equidad es imposible poder ser libres TODOS, pues la libertad de uno o unos pocos no tiene que significar necesariamente que la sea para el resto. No se puede ser libre sin dejar que los demás lo sean. Los límites individuales de cada uno de nosotros acaban y comienzan dónde están los de los demás. Valga como ejemplo que: Hitler o Franco fueron hombres libres, no así sus conciudadanos, a los que no respetaron y a los que se les impidió ser libres.

Cataluña jamás será libre sin creer que ya lo es, siendo andaluz, como es mi caso y teniendo una cultura heredada, entiendo la vida en lo cotidiano de manera similar a otros andaluces y un poco menos que un ciudadano catalán, pero no en lo esencial. Ya que entendemos el amor a ciertas personas, que debemos hablar para entendernos, que debemos comer para vivir...Si yo y ese ciudadano queremos ser libres debemos respetarnos primeramente, entender lo que nos diferencia en lo común y posteriormente elegir sin miedo al rechazo y sin rechazar. Siempre hay excepciones, si yo fuera un sicópata asesino, él no me permitiría que lo asesine por mucho que le explique mi necesidad de matar para ser feliz, no me permitirá ser libre de acción. Pero no es el caso de este problema identitario catalán, no van a dejar de vivir ni de hacer lo que han hecho siempre.

Resulta más que evidente que tanto en Cataluña como en el País Vasco no existe un rechazo a su situación por coacción cultural, institucionalmente no existen trabas para que la cultura de ambas regiones se expandan y se desarrolle de la mejor de la maneras. Sus ciudadanos en la mayoría de los casos atienden a sus preocupaciones diarias, defendiéndose de un sistema mucho más opresor que el español, el capitalismo.
El problema de ambas regiones es de tolerancia y de dinero. Los políticos quieren la independencia más por interés personal que por convicción y sus proclamas electorales van en ese sentido. No he escuchado un debate serio en el que se diga que siendo independientes Catalanes y Vascos vayan a ser más Catalanes y más Vascos desde el punto de vista cultural. He oído y sigo oyendo la falacia de la opresión a la identidad, pero no la del rechazo o la intolerancia cultural. He oido hablar del PER o de la redistribución de la hacienda publica entre las regiones, pero no oigo que el "pan tu maca" en cataluña se tenga que llamar pan con tomate por represión, olvidando el Franquísmo, tiempo que por suerte ya pasó, los elementos culturales y las costumbres de los pueblos de España se respetan, tal vez otras fuerzas exteriores les hagan más daño, Hallowen, Mc Donall´s etc que han cambiado y cambian nuestras formas de vida, nuestras culturas.

No se puede pedir el respeto a una lengua sin respetar otra. No puede un diputado pedir la enseñanza en Catalán, riéndose del andaluz como lenguaje. La cultura es la información heredada entre congéneres a través de las generaciones, en este caso concreto del que hablamos no existe ningún obstáculo para que éste tránsito informativo se efectúe. El problema de Cataluña y El País Vasco es un problema de dinero disfrazado de identidad cultural. Pertenecer a la U.E. no le proporcionará una mayor identidad cultural, sino dinero.

Resulta cómico que el andaluz, víctima propiciatoria, por haber sido también debajo de los tópicos (y las realidades) destronado de dignidad desde otros territorios en España, sea el centro de las iras catalanas en muchas ocasiones. Y es cómico, porque hablamos de una tierra que por aislamiento geográfico tiene unas costumbres muy particulares, un lenguaje distintivo, una manera de afrontar la vida que nada tiene que ver con el resto del mundo, que ha sufrido la represión de la dictadura, a la que la hacienda pública le toma el pelo un día si y al otro también, todos ellos elementos similares a los que tienen los catalanes. Resulta que somos más iguales de lo que nos hacen creer, que tenemos gastronomías basadas en la huerta y un fuerte apego a la tierra, que conocemos la mar. Sin embargo hay animadversión y pienso que por una cuestión muy simple, porque para ser andaluz culturalmente hablando no hay que decirlo, ni pedir que nos lo digan, no hay que demostrar ser mejor que nadie ni pedir a nadie que sea peor, hay simplemente que vivir como un andaluz más, acogiendo al visitante y haciéndole partidario de nuestras vidas. Siendo humano y tratando a los demás como humanos, siendo yo y tú, sin etiquetas.

Para ser andaluz no hace falta dinero. A buen entendedor pocas palabras bastan.




 Niños catalanes sin dogmatizar.


Ciudadanos catalanes reivindicando su lengua.



















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