jueves, 26 de diciembre de 2013

Aborto.

Las discrepancias sobre el aborto y el derecho a la vida son abismales entre los frentes políticos de éste país. Conocedores de que las 14 primeras semanas de gestación son tan tempranas como para no considerar el zigoto como ser humano, la izquierda e incluso parte de la derecha, se escudan en el juicio de la ciencia y en el sentido común de dejar decidir a las madres. Tres meses y medio a partir de los cuales la vida es definida como tal en el vientre materno. Claro está que la linea de catorce semanas es arbitraria, como lo es, en esta vida legislada, otras tantas cosas. Desde los límites de velocidad hasta la edad a partir de la cuál se puede ejercer el derecho a voto.

No soy partidario del aborto "por que sí", pero entiendo que nadie aborta por placer. No es menos cierto que hay que hacer otro tipos de políticas para evitar el extremo, no deseado por nadie, del aborto. Es ahí dónde quiero poner la exclamación, ya que dicho debate abortista se ha abierto por solicitud del casposo grupo de votantes y simpatizantes del PP, que se sitúa junto a la conferencia episcopal. Misma conferencia que proclama como pecaminoso el uso del preservativo, que dice que la mujer tiene que estar junto su marido siempre aunque sea  maltratada, que vincula ese maltrato a las uniones no canónicas, que no considera a los gays como normales. Misma iglesia que roba al desvalido y se apodera sin remordimiento del patrimonio de los españoles, bajo el paraguas del bien común (Casos como el Navarro son desconcertantes). Esta es la iglesia que pidió el voto sin condición al PP y que no lo critica hoy por miserable con los ciudadanos, ya que la política de hoy también es contraria a la palabra del profeta Jesús. Pero lo rancio no quita lo despótico, corrupto y malicioso que es esta dualidad espiritual y política, de la que van de la mano los unos y los otros.

 El moralista olvida rápidamente su moral ante el dinero o la ensalza en busca de él. Teniendo un poco de memoria, hay que recordar, que nunca estuvieron tan altas las lanzas como hoy durante los casi treinta años de ley del aborto, inclusive las dos legislaturas de Aznar, y es que por entonces, la iglesia conservaba buena parte de los privilegios heredados del franquísmo. Cuestión que se puso en duda durante la legislatura socialista de Zapatero, con la asignatura de educación para la ciudadanía, la reducción del peso de las asignaturas de religión, y la famosa X en la declaración de la renta. Es decir, reducción del dinero. Y fue entonces, y no antes, cuando un grupo de obispos, de dudosa honorabilidad y pulcritud cristiana; jamás Jesús querría ser obispo, pues eso significa ostentación y diferenciación del prójimo, por no dudar de sus intereses económicos particulares (algunos imputados por hechos delictivos relacionados con evasión de impuestos); decidió pedir el voto sin censura para el PP. No por cristiano (el PP había llevado las tropas a una guerra), sino por aliado político. Ya estaba la jodida Iglesia volviendo por sus fueros históricos de mezclar salves con escaños.

Ahora el PP, o parte de él, porque hay que ser justo con aquellos que se oponen, debe pagar su deuda por el apoyo eclesiástico de hace algo más o menos un lustro. Porque de otro modo no tendría explicación que no lo hubiesen hecho durante los ocho años de mandato de Aznar, ni que no se opusieran en su día con tanta vehemencia.

MCA

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