jueves, 9 de enero de 2014

Un país sin luces

La opacidad intolerable de las llamadas "eléctricas" españolas es tremenda, Évole en su programa semanal lo desgranaba desde su gástrico interior el pasado año. http://www.atresplayer.com/television/programas/salvados/temporada-6/capitulo-10-oligopoly-juego-energa_2012111600335.html

Entonces, nos llevamos las manos a la cabeza, enfurecíamos y nos agitábamos como locos, por la desazón perturbadora, que tal injusticia nos creaba. Unas eléctricas que han hecho de todo, pero siempre sin escrúpulos. Hace pocas fechas, justo antes de fin de año, acordaban en un subasta que habría una subida del 11% a partir de Enero. El gobierno, la suspendió por estar escandalosamente amañada. Lo ha podido hacer en otras muchas otras ocasiones, pero el amiguismo de los políticos, estos del PP y los anteriores del PSOE, no les permitía seguir esa vía. La de la honestidad, suya y al cargo que ostentan. Pero siempre hay límites, así el acuerdo será el siguiente habrá una subida pero menor ahora, y el resto y como diría la ministra lo vais cobrando en diferido, es decir, a lo largo del años habrá más subidas. Así, España lejos de innovar e investigar para una producción de energía más limpia y económica, sigue enredada en una legislación compleja y redactada para el beneficio económico de unos cuantos. 

Ya resulta manida la comparación con Alemania, cuya tasa de energía procedente del sol por metro cuadrado es notablemente inferior, pero que sin embargo ha apostado con mayor fuerza por la energía solar  que España. Todos hemos escuchado mil veces que España ofrece un turismo de "Sol y playa", no se entiende entonces que el recurso solar no sea utilizado con mayor fuerza.

Pero no es este el problema, sino la incapacidad de que haya un verdadero mercado eléctrico y una regulación administrativa eficaz para lograr los objetivos de eficiencia eléctrica. Una eficiencia  que debe ser medida en términos de coste económico, ambiental y de independencia con respecto al mercado global. Por ejemplo, los combustibles fósiles tienen un coste económico moderado, un impacto ambiental muy elevado y una gran dependencia exterior (Siria, Argelia...). Sin embargo, la luz procedente de placas fotovoltaicas tienen un coste económico alto, solucionable con mayor producción y fabricación en masa, pero un impacto ambiental y una dependencia muy bajas. Las razones de una respuesta energética tienen que basarse en el largo plazo, no sólo por el impacto económico del momento, ya que muchas de los problemas actuales son fruto de decisiones tomadas hace años. La dependencia de España de otros países, a los que compra materia prima combustible, hacen que la política exterior de nuestro País esté condicionada, sus impactos ambientales, El Prestige por ejemplo, condicionó otras actividades, como el marisqueo. Los altos niveles de contaminantes atmosféricos nos afectan a todos, en nuestra salud, a ciertas estructuras de edificios y monumentos, con los sobre-costes que no se establecen en los balances de dichas energías. Sus residuos, como los nucleares son un problema para miles de años a resolver con costes que se alargan en el tiempo, caso de las plantas Españolas y de las del sur de Francia (Abastecen, por ejemplo, a Cataluña), al margen de la incertidumbre de un posible accidente. Todo ello debe ser cuestionado por encima de lo que cuesta hoy generar un kilowatio, y por supuesto por encima de lo que pueda ganar este año Endesa, Fenosa o Iberdrola, por nombrar algunos. 

De nuevo queda en evidencia que el bien general está supeditado al bien particular.

MCA


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