lunes, 20 de mayo de 2013

La Ley Wert. Capítulo 1.

Me entumece los órganos intelectuales sólo visionar a lo lejos lo que puede significar ésta ley. Ley que como las anteriores no atiende a la opinión de los docentes, maestros y profesores, que por propia experiencia saben dónde se hallan las deficiencias del sistema. Que mejor sitio que las aulas para entender la educación. Al margen de reválidas, la ley tiene una carga ideológica notable y resulta impositiva, ninguna fuerza política o ente social la apoya, excepto los eclesiásticos.

 Una difícilmente calificable antipatía por las lenguas de España, por la pluralidad bien entendida, por la cultura de cada sitio. La lengua es un motor muy importante, por no decir el mayor, para la transferencia cultural. La derecha española se sitúa en un lugar tan doliente para los nacionalistas catalanes y vascos, como para los no nacionalistas españoles. Utilizando la bandera y el español como escudo único a las propuestas soberanistas de ciertas regiones de este país. El gobierno no ha entendido que con un racionamiento democrático y menos radical es posible poner en entredicho posturas de este nivel. Sin embargo, más allá, de interpelar a la razón, el sentido de sus políticas siguen el camino del y tú más, o el ¡Te vas a enterar!
No he sido nunca un defensor de los nacionalismos, ni lo seré jamás, pero no puedo entender el rechazo a los elementos culturales. Y menos lingüísticos. La riqueza de un idioma es incalculable.

El otro gran frente me hiere notablemente, la religión a la altura de las matemáticas y de la lengua. El adoctrinamiento franquista tiene un claro reflejo en esta pandilla de moralistas que están bajo las siglas de la gaviota. Un partido que besa la mano al Papa y azota con la misma en la cara a miles de ciudadanos, desahuciados y en la miseria. Pero quiero dejar este debate al margen, porque enerva mis sentidos.
La religión en la educación debe de ser, francamente, un elemento opcional y que se imparta fuera de las aulas. Y es que el católico tiene el mismo derecho a practicar su fe que el musulmán, mismo derecho que el que tienen los ciudadanos ateos. La constitución se define como laica, pero adoctrinando a la población difícilmente lo será realmente. Una educación religiosa de masas impide el pensamiento, incluso el religioso, que desde mi particular punto de vista debe surgir desde las entrañas no desde los panfletos, debe ser una cuestión individual y no nacional. Los jóvenes de hoy día tienen perdido el sentido crítico y los valores, la ética. Y aprender el padre nuestro o los capítulos más relevantes de los evangelios no los pondrá en ese camino. Otra cuestión es que acudan por voluntad individual o familiar a las catequesis, esa es la educación opcional y nunca reprochable, por no ser impuesta, a la que me refería al comienzo del texto.
Se han abandonado las humanidades en la enseñanza por falta de tiempo y recursos (esas eran las excusas) y se ha mantenido la religión,  no por motivos académicos, como es evidente, ya que existe un acuerdo político con el vaticano y por ende ideológico.

Por cierto, ambos partido y santa sede deberían hacer una fuerte reflexión sobre la esencia del cristianismo ya que ninguno practica ni el recogimiento (mucho menos el económico) y tampoco la misericordia (con los ciudadanos). Lección que por cierto dan muchos ciudadanos anónimos que practican esta fe día tras día, con donaciones y con su tiempo. Al menos ellos enseñan algo de valor a los demás, y lo firma un ateo.

P.D. No han sido eficiente ninguna de las leyes de educación anteriores como se refleja en el informe PISA (OCDE).

MCA












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