lunes, 9 de septiembre de 2013

Te quiero.

No he tenido fuerzas, ni ánimos, ni tiempo, ni lugar para escribir en estas semanas que me quedan atrás como un suplicio amargo, desangelado y cruel. Se ha ido parte de mí, del alma, del corazón, de mi ser, ya no soy yo. Ahora queda otro, con una memoria ronca de gritar esperanzada un devenir diferente, con una sonrisa disfrazada por segundos, pues tengo un espasmo interior ruinoso y yermo, que lo devasta todo en mi intramundo. Sueño con ella y la veo donde vaya, haga lo que haga. Y me duele sin poder describirlo de forma alguna, me vacío de igual modo. Decir que era como una segunda madre, es poco. Decir que la quiero, también. Para mi se va un rincón de mi vida, soy menos. Ahora entiendo a los poetas que decían que le habían arrebatado algo de sus entrañas. Me aprieta el pecho, se vacían las vísceras, me timbrea todo el cuerpo.

Fue mi madre, mi tía, mi hermana mayor, lo fue todo. Su sonrisa es la que siempre he soñado ver, hasta el último día dibujada en su semblante pacificador. Debo parar un segundo, me invade la emoción, lloro. Sé que algunos no la conocisteis, otros un poco, pero los que como yo tuvieron esa suerte sabrán que lo que digo no es una exageración. Jamás he visto un funeral tan lleno de gente, con tanto vacío para mí. Ha sido y son días de un ir y venir de gentes que nos recuerdan sus bondades e intentan dar ánimos. Difícil misión esta última. Hoy he decido escribir un poco, ella siempre leía mis libros y mis obras. Le ilusionaba. Resulta difícil saber que hoy no me leerás, pero resulta fácil llevarte tan adentro.

MCA.



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